la paciencia, la espera, la pared
15.-
He malgastado tanta depresión al divino cuete
que ahora quiero llorar
y me sale una risotada escupona
de ésas en las que todos se dan vuelta
y te miran con desdén y cuasi-asco
pensando, probablemente,
¿es boludo o se le chifló el moño?
y la verdad sea dicha
mientras la carcajada resuena solemne y apretujada en habitaciones y cuerdas vocales
estoy pudriéndome
como un perro atropellado
a la luz del cordón de la vereda
y las viejas pasan
y se quejan
y escriben a los diarios
pidiendo la cabeza del intendente.
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