la paciencia, la espera, la pared
13.-
Es que en realidad no sé muy bien qué decirte.
¿Qué excusa tengo?
es probable que se trate de una pizca de paranoia
algo que puede pudrir cabezas
pero algo me dice
que soy una pústula naciendo
debajo de tu piel
se trata de pedir las disculpas necesarias
llegué tarde
llegué tarde a mi casa
llegué tarde a todas las ciudades
llegué tarde a las explosiones,
a los gusanos
a los bancos de sangre
si te hubiera conocido
al menos
siete años antes
nuestras cabezas funcionarían de otro modo
en este momento
y en este momento
resulta que estamos rotos
ahogados
pobres
convertidos en ascensores
trabajando en cosas que no nos gustan del todo
viviendo en lugares que no nos gustan del todo
teniendo conversaciones vacías
y música de sala de espera
nos conformamos, supongo,
masticando con la boca cerrada
con contarnos cómo el simulacro se vuelve realidad
con ver cómo las luciérnagas son pisoteadas
con destrozar nuestros dientes contra el espejo
la soledad nos arrincona y entonces aceptamos cualquier cosa
y ahí apoyás tu cabeza en mi hombro
me abrazás como pidiendo que te saque del fuego
y siempre ignoraste
que estoy dispuesto a quemar las ciudades
El fino paso entre la histeria
y las sábanas arrugadas
está en la heladera
enfríandose con la delicadeza de los muertos.
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