Kubrik escribe en su anotador, una vez más:
Cincuenta colibríes en celo picoteando las pupilas
Un paquete de galletitas de salvado
Dos pesos con cincuenta en la billetera
Calma, sultán, calma
Algún día
las guitarras
sonarán bonitas.
Kubrik ahora cierra el cuadernito y se queda mirando la pared. Es lo que hacemos todos los que tenemos la cabeza unida al cuerpo por una gran costura hecha con hilo zizal.
.
0 comentarios:
Publicar un comentario