Casi dos años después del último post, Unabomber se va a auto-resignificar, se va a auto-mascar el culo y de lo que salga de ahi será la nueva experiencia ultra-sensorial definitiva.
El fuego siempre fue el mensaje. Volveremos luego de estos anuncios.
Diciembre está pasando como un pedo de lechón, así que bien podríamos bajar la persiana de la musicalidad entrópica y destacar, sin orden ni concierto, lo que nos pareció que ha rockeado lo suficiente durante este año como para que valga la pena hacer un post de éstos tan chotos, unipersonales y rotundamente subjtivos, como corresponde.
Moonface with Siinai - Heartbreaking Bravery
Resumen: Bowie, la tenés adentro.
Ya hemos hablado anteriormente acerca de lo que significa la presencia de Spencer Krug en nuestras vidas. Sabemos que es un chico inquieto, que cuando tiene 5 minutos para echarse un cago agarra el piano, se lo lleva al baño y entre churro y churro se clava un tema de puta madre.
Técnicamente, Moonface era su proyecto solista. Hizo dos discos enteramente hechos por él, en su casa y con total tranquilidad pajuerana. Dos grandes discos, por cierto. Minimalistas pero al mismo tiempo épicos, con cierta contundencia lírico-surrealista y con una cuestión formal enteramente ligada a la autogestión. Pero bué, se ve que el pibe ya no se pudo contener y eventualmente llamó a toda una banda nueva para su nuevo proyecto, del cual insistió en seguir llamándolo Moonface, quizá por una cuestión de delimitar con una línea de tiza lo que es totalmente suyo y lo que le pertenece a los demás o a un determinado grupo. Y acá, con gente obedeciéndole, trató de impulsar una visión.
Y lo que resultó fue algo rotundamente hermoso.
Crítica en contra: Por más que este muchacho siga generando bandas, todo esto huele a que bien podría juntarse de vuelta con los Wolf Parade y dejarse de hinchar las pelotas con tanto chingui-chingui.
Wovenhand - The laughing stalk
Resumen: El renacimiento del hombre del renacimiento.
Para quien venga leyendo este blog sabrá que David Eugene Edwards es algo así como uno de los santos patronos de las tardes en que nos ponemos a escribir pelotudeces. Tadeo ya había reseñado su último disco de estudio, y es de notar el profundísimo cambio que el ex 16 Horsepower le insufló a su proyecto. Entre The Threshingfloor y The laughing stalk existe un soberbio disco en vivo que reúne todo el abanico de canciones desde que se formara la banda, allá por el 2002. Fue grabado en una catedral y está implícita el aura de ritual desde la primera canción. No sería para nada loco pensar que ese registro en vivo marca una suerte de despedida de una manera de producir canciones y arreglarlas. Digo que no es loco pensarlo así porque The laughing stalk es el disco más sucio, rockero y violento que este muchacho ha hecho, incluso más visceral que su época punk-folk en 16 HP.
Si bien líricamente mantiene toda la estampa que lo caracteriza, o sea ese misticismo casi teatral donde la tragedia apocalíptica tiene mucho que ver con deslizar un mensaje acerca de la redención, sonoramente hablando podemos notar una faceta más cruda y desprolija, así como también cierto éxtasis eufórico que se lleva por delante cualquier pensamiento relacionado a hacer un disco pensando adónde disponer bien la energía. Esto suena espontáneo, apurado adrede, como grabado en un fin de semana de epifanía y sudor catártico.
Para los que vienen siguiendo Wovenhand desde sus primeros discos quizá no puedan engancharse a este nuevo cariz, ya que desde siempre prevaleció una estética mucho más relajada, más contemplativa. Por mi parte, lo único que puedo llegar a decir es que siempre me pregunté cuándo sería el día en que Edwards iba abandonar esa tensión, esa furia pasivo-agresiva de dientes apretados e iba, en cambio, a mostrar sus tripas, agarrándose los huevos en un grito pelado, dejando ese banjo extraño que lleva para todos lados y rompiendo guitarras como un poseído. Puedo decir muy contento que ese día llegó.
Crítica en contra: Si bien no tengo ningún problema con la espontaneidad del error, hay que considerar que si se gastaban la plata equivalente a un mes más de estudio el disco podría haber salido 5 veces mejor de lo que ya es. Ah, y Edwards es un chupacirios. Pero con onda. Ojalá todos los chupacirios fueran como él.
Dinosaur Jr - I bet on sky
Resumen: Vejetes rockeando sin parar, como debe ser (y por sobre todo, ¡sin estafar con discos de greatest hits!)
A estos muchachos hay que perdonarles todo. ¿Por qué? Porque deben ser una de las pocas bandas con cojones que quedan. Hay que entender, por sobre todas las cosas, que son los últimos mohicanos del rock & roll. Les importa una mierda qué parámetros hay que seguir para sobrevivir en el maremoto anual de bandas. Ellos tocan, y punto. Realmente da la sensación que a ellos les chupa un huevo que el disco te guste o no. Ellos tocan proponiendo cosas para ellos. Algunas melodías más o algunas melodías menos, de todas formas la voz de J. Mascis, paradójicamente, se impone sin ser estruendosa (de hecho, ¡todo lo contrario!). Se impone el ruido, se impone el hecho de seguir en la ruta, se imponen esos solos de guitarra que, estructurados y todo, se descalabran y se vuelven a armar como quien se despeina por el viento y se junta los pelos con la palma de la mano como si qué.
También se impone el ir probando cosas medianamente nuevas sin salirse de una línea, de un marco. Ellos saben hasta dónde pueden dar. Y resulta que dan un montón. Y ahora, viejos y todo, apuestan por más. Son personas que se lastraron 800 asados en su vida y ahora agarran y dicen, "si, me como 800 asados más, pero también quiero ensalada, postre y pelopincho, ¿algún problema?", aún sabiendo que sus estómagos quizá no den para tanto. Pero ellos se mantienen altivos y al mismo tiempo ecuestres, de a pie, terrenales. Ésa es una dicotomía muy difícil de alcanzar: ser totalmente gigantes y andar en bici un sábado a la tarde. Si comparamos lo que hacen estos muchachos con la formulita criogenizada de Aerosmith o los interminables discos de grandes éxitos de los Rolling Stones (que mejor deberían cambiarse el nombre y llamarse The Walking Dead Stones), sinceramente antes de criticar mal un disco de los Dinosaur Jr. deberías pensar cómo quedan tus pulmones después de haber corrido el colectivo por tres cuadras. Porque estoy seguro que con esa cara de buenos pibes, el trío entero no sólo corre el bondi, sino que lo alcanza, se suben, se culean al colectivero, se bajan y persiguen otro.
Crítica en contra: Niempedo. Son los Dinosaur, la concha de tu madre, ¿cuál es tu problema? Quizá los 2 o 3 temas que están en el medio flojeen, pero... ¿y?
Lee Ranaldo - Between the times and the tides
Resumen: "Lee Ranaldo es la pila, pero Thurston Moore es el que lleva la linterna." (Tabao dixit).
Este año significó el año en que la disolución de los Sonic Youth, ocurrida más o menos por octubre del 2011, se efectivizó transmutada en discos de cada uno de los integrantes. Si bien Thurston Moore primereó con su Demolished Thoughts, publicado el año pasado, y Steve Shelley se fue a tocar la bata con los Dissapears, faltaba que el calladito de la banda, el señor Ranaldo, hiciera su propia movida. Y lo hizo a comienzos de este año, con 10 canciones que documentan y justifican por qué no sólo fue una parte fundamental de los SY, sino también por qué es uno de los mejores compositores (y más escondidos) que existen desde los 80s.
Cuidado: el disco en sí es un tanto bipolar. Va y viene por estados de humor bien concretos, a veces optimistas, a veces intimistas, a veces con prédicas, preguntas, quejas y declaraciones de principios. Es muy riesgoso que una persona pueda meter en un solo listado de temas todo un abanico de propuestas y estructuras y salir bien parado. Pero claro, vos que te pensabas. Si se trataba de una banda nueva el error hubiera sido fatal, por no decir pretencioso. Pero acá Ranaldo, con extrema sutileza y humildad, lo filtra todo con su guitarra. El gran comodín del disco es él mismo y el modo de articular sus propias mutaciones. A simple vista puede ser una propuesta bastante ecléctica, en un sentido medio peyorativo del término. Onda como que el tipo quiso acaparar mucho.
Pero el canoso es el canoso. Es el que musicalmente hablando armó desde el fondo a los Sonic Youth mientras Moore andaba destrozando guitarras y tímpanos. Era el cerebro en toda esa montaña de locura. Y acá no le pinta seguir el camino de su banda de siempre. Acá prueba otras cosas, otros derroteros. Y te deja con el culo al aire con los resultados.
Crítica en contra: algunas letras son medio lameloides. "Medio" si se las escucha con una oreja.
Neil Young with Crazy Horse - Psychedelic Pill
Resumen: Primer anti-disco de la lista.
Ok, esto es folk. Y también es grunge. Y por qué no, de paso cañazo, es drone. O sea, esto es improvisación controlada, el caos conducido. Esto es volver. La Old Black en una orgía de dedos y notas y todo, todo, todo el tiempo del mundo para hacer lo que te salga de los cojones. Así, bajo estos términos, El viejo aún tiene cosas para decir. Y no transa en hacer un disco de acuerdo a los reglamentos políticamente correctos acerca de cómo se hace un disco. Absolutamente todo lo contrario, en vez de hacer eso te propone un viaje. Un viaje de la reputamadre que lo parió, de más está decir.
Esto es actitud, señoras y señores. Hacer el disco que se te cante. Hacerlo como se te cante porque sabés que hay una conexión espiritual, metafísica o pluripotencial, andá sabé, con el que lo va a escuchar. No le estás tocando a cualquiera. No estás haciendo canciones para que las minitas se mojen. No estás tocando para que te pasen el tema en la radio o entre medio de cualquier reality de embarazadas quinceañeras. No le estás rindiendo pleitesía absolutamente a nadie. Estás dejando que la guitarra sencillamente hable. Hacés lo que hacés porque, irónicamente, siempre vas a ser demasiado viejo como para tener todo el tiempo del mundo. Entonces cada puta cosa que te sale es una oda de visceralidad atemporal y, al mismo tiempo, de inaudita tranquilidad. Porque es, a la larga, la confianza que expone una enseñanza máxima: el hecho convivir con el ruido, el hecho de vivir sabiendo que el ruido siempre fue, aunque todos te digan lo contrario, melodía. Es saber que podés llegar a emocionar a alguien enseñando a comprender el verdadero significado del ruido, que no es otra cosa que el sonido sin procesar, pura, lisa y llanamente que sale de tu alma.
Crítica en contra: ¿por qué no me la chupás vos y tus críticas en contra?
The Twilight Sad - No one can ever know
Resumen: Me saco el saco lleno de ruido y me pongo el que está lleno de lucecitas... pero igual sigo como el culo.
A las bandas no se les permiten los cambios superficialmente radicales. Vaya a saber uno por qué carajo existe un acuerdo tácito que implica que tus discos siempre sean variaciones dentro de un rango instrumental determinado. Hubo un momento en la historia en que la música acaparó uno de los conceptos dorados del diseño gráfico y no lo soltó: esto es, evolucionar progresivamente, paso a paso. En diseño, si clavás un logo nuevo en un diario, así, de un día para el otro, desconcertás a los posibles compradores. Ya les pasó a La Capital, el diario rosarino, cuando literalmente de la noche a la mañana le agregaron esa banderita pedorra en el medio del isologo ¿qué pasó? Espantaron a casi todos los jubilados que lo compraban. Musicalmente hablando ya les pasó, por ejemplo, a los Yeah yeah yeahs, allá por el 2009, cuando abandonaron la postura punk-rocker-fiestera, largaron las distorsiones a la mierda y se dedicaron por completo a ver qué podían hacer con sintetizadores y máquinas de ritmo. Y eso significó para ellos una especie de pseudo-disolución. Cada carancho a su rancho (aunque han anunciado regreso y grabación para el año que viene).
Pues bien, acá ocurre algo similar. Los escoceses relegaron los colchones de distorsión y la actitud noise-post-punk y los cambiaron por las texturas sintéticas, aún conservando la actitud por la cual fueron a parar a mis orejitas en una primera instancia. Incluso le añadieron ciertos matices sutiles de bronca, de tensión, que antes no tenían.
El punto, creo yo, está en lo que representa la osadía de largar todo lo que estuvieron haciendo y probar cosas distintas, aún a riesgo de perder algo relacionado a la esencia que estuvieron desarrollando por dos discos y multitud de Eps y splits y que configuraban, así, toda una estética a seguir. Aunque la esencia está igualmente preservada en las letras, en la postura, en la cadencia. Pero bué, loco, esa osadía es de respetar. No es poca cosa que sigan por la misma dirección pero por diferente carril.
Además, éste es un disco que me gusta por cuestiones muy personales. Digamos que es un disco que escuchaba mucho durante la época de producción intensiva de Black Tin Box y el video que pongo a continuación fundó las bases conceptuales de ese libro. Así que me disculpen, pero no ponerlo en el ranking sería una salvajada de mi parte.
Crítica en contra: No sé si al disco en sí (aunque hay que reprochar cierta tendencia a la repetición estructural), pero es de criticar la espera a la que esta gente nos tiene acostumbrados para que salga algo nuevo y ver, finalmente, cómo fue que procesaron todo lo anterior con todo lo que propusieron en este disco.
The Jon Spencer Blues Explosion - Meat and Bone
Resumen: A falta de nuevo disco (de estudio) de The Black Keys, buenas son las explosiones de noise-blues.
Lo loco de estos tipos es que no se sabe si lo que hacen lo hacen con total respeto a las referencias sobre las que se basan o si la banda es un sarcasmo gigantesco y nadie se da cuenta. O sea, esa voz hecha mierda llena de filtros, esas armónicas sobre acoples descontrolados, sintes rotos y ruidos blancos, esos bajos destrozados mezclados con baterías al borde de la crudeza sonora más abyecta, esa actitud de todomechupaungüevo pero con la suficiente organización como para que los tipos vayan por caminos que ya han recorrido chotocientas bandas pero con una pátina de lo-fi y mala baba imposible de descartar cuando querés levantar un poco el ánimo en una fiesta de borrachos autoconscientes de su propio hastío existencial. Hasta se permiten cambios de tono, ritmo y género en alguna que otra canción que, si me apuran, los emparenta con Mr. Bungle. Los prolijitos y bienpeinados de The Black Keys ganaron el año pasado, ¿no? Ok, ahora démosle una oportunidad a estos desprolijos de mierda que no son ningunos caídos del catre. Aguante el olor a pata.
Crítica en contra: Cierta condescendencia y respeto subliminal, por momentos, a los gigantes sobre los que están posados, pero no la suficiente como los pedorros de Tame Impala. Ésos sí que chorean tanto que hasta dan diarrea. O sea, hilando fino, no hay nada demasiado malo para reprocharles. Los tomás o los dejás.
Dissapears - Pre Language
Resumen: Ian Curtis se zombifica y viene a cantar un rato con lo' muchacho'.
Bueno, no sé, me lo bajé porque tocaba el batero de Sonic Youth, me reventó las orejas de gusto durante un buen tiempo y una vez que lo depredé completamente me bajé los anteriores para seguir con la cosecha rompetímpanos. Y como los dos primeros discos venían por otros cauces no tan del gusto de la época que yo estaba atravesando (lo que no significa que sean malos) volví a éste, lo gasté un poco más y lo dejé estar por otro par de meses. Ahora lo agarro para esta reseña y sí, la cosa sigue estando ahí. Esto es lo que hace falta escuchar cuando hablamos de post-punk actual. Esto es lo que hace falta per se: una banda con algo que ofrecer por su cuenta, aún a riesgo de que suenen como muchas bandas (especialmente a los Joy Division pero con toda una carga de ruido que dudo mucho que a los de Salford se les hubiera ocurrido desarrollar); una banda con formación clásica de rock pero con letras que sacuden en el entorno indicado; con ambientes, texturas y tonalidades que pasan de maneras tanto imperceptibles como contundentes de acuerdo a tu grado de atención del momento. Hay también un marcado tono al concepto, a establecer un disco que sea escuchado de pé a pá, más allá de las canciones como entidades separadas.
Crítica en contra: No sé si esta vez la clavaron de pedo y el próximo va a ser una bazofia pinchada en un palo o si realmente cambiaron, crecieron y encontraron su justa medida. A juzgar por los otros discos de estos muchachos, bien podría inclinarme a pensar que es la primera opción. Quiero estar totalmente equivocado.
Swans - The sheer
Resumen: El caos.
Bienvenidos al mundo enfermo de Michael Gira. Bienvenidos al segundo anti-disco de la lista, el que te deja en posición fetal en un rincón pidiendo un flan casero de postre. Nunca vas a querer tanto que venga tu mamá y te arrope como cuando termines de escuchar la aberración, el apocalipsis, el mismo infierno metiéndote un dedo en el culo. Cito textualmente parte de una crítica extraída del blog Hipersónica que es totalmente inherente:
"The Seer es reírse de todo aquel que lo escucha, de todo aquel que permanece más de hora y media pegado a unos audífonos solo con el fin voraz de ver hasta donde es capaz de llegar Michael Gira, hasta donde ha crecido su locura en estos 30 años de carrera. The Seer es todo esto y no es nada. The Seer es una obra atemporal que lo recoge todo. The Seer es una obra que hace 60 años habría supuesto un escándalo. The Seer dentro de otros 60 años será piedra angular de la nueva música. Pero The Seer no puede ser disco del año, porque The Seer no ha sido creado con tal propósito sino con el contrario. The Seer no ha sido creado para ser amado, sino para ser odiado. The Seer no puede ser disfrutado, The Seer debe ser sufrido."
Desde que volvieron al ruedo en el 2010 con My Father Will Guide Me up a Rope to the Sky, ya todos sabíamos que estábamos escuchando nada más que una puntita de la atrocidad mental de estos muchachos. Una vez que el trámite del regreso fue cumplido, ahora viene la progresión, el hecho de justificar por qué y para qué una banda tiene que volver a juntarse y producir cosas nuevas. Y lo que ellos eligieron hacer fue agarrar y decirte "vamos a volver para que el cerebro te salga derretido por las orejas y nunca entiendas absolutamente nada de la vida, vamos a volver para decirte que sos un retardado que no se da cuenta que el caos gobierna al hombre y que nosotros, así, vamos a mearte en la cara durante un buen rato mientras nos reímos a carcajadas del sinsentido del mundo".
Este disco frenético, elegíaco, pagano es, ni más ni menos, que la más cruda representación del caos. Y nosotros, en Unabomber, le prendemos velitas a San Caos todas las noches escuchando a los Swans.
Crítica en contra: Y... medio como que podría apostar mi mano derecha a que muchos van a apelar a la corrección política diciendo que es un discazo sin tener la más puta idea de lo que están diciendo. O sea, así como te queda bien decir "uh, eso es re-lyncheano" cuando en realidad te quedás dormido a los 5 minutos de Eraserhead, lo mismo va a pasar con este registro.
El Mató a un policía motorizado - La dinastía Scorpio
Resumen: Oh, l'amour, l'amour.
Y resultó ser que los pibes se mandaron un nuevo disco, después de tanto esperar y tantas conjeturas y tanto esto y tanto lo otro. Esta vez sin pertenecer a ninguna trilogía ni a toda una forma de estructurar sus registros en semi EPs cortitos, contundentes y definitivos. Borrón y ¿cuenta nueva? A simple vista esto configura una suerte de bisagra para lo que ya son (una de las mejores bandas argentinas) y lo que vendrá. Las letras hablan de las relaciones, del amor y de las mujeres, esos entes misteriosos que dan origen a toda una dinastía de comunión y magnetismo que, sin embargo, obligan a replantearte para qué estás vivo en este planeta de mierda. De todas maneras no profundizan en cambiar demasiado, para no asustar a nadie. Insisto: es un ida y vuelta entre lo que ya se conoce (letras minimalistas, crescendos controlados) y algunas apostillas que son plausibles de ser explotadas en un futuro (nuevas búsquedas melódicas en la voz y en las guitarras, mayor presencia de teclados y cierto desapego de lo desprolijo en pos de lo sonoramente luminoso y/o producido de otra manera) que realmente te deja pensando no en el disco en sí, sino en lo que vendrá cuando puedan soltarse del lastre de estar pensando (quizá) en un disco con tanta expectativa como éste. O sea, ocurre lo mismo que con el disco de The Twilight Sad, pero un poco más pecho fresco, más a lo seguro. Pero hey, estamos hablando de la única banda argentina que hoy por hoy puedo escuchar sin ningún prurito y bancarla como uno de sus fans más acérrimos. Consejo: que saquen el próximo disco lo más pronto posible y se dejen de hinchar con demorarse tanto. Laburen, loco.
Crítica en contra: no dejo de sentir que sobran temas y no dejo de pensar que me gustaban más cuando vaticinaban apocalipsis zombies en vez de cantarle a las chicas.
Conclusión:
En líneas generales, y si nos ponemos en optimistas, éste fue un año de revisionismo. No apareció ninguna banda total y completamente rompedora y cada uno por su cuenta y desde su propia postura, podemos ver que no es casual que exista un revival de lo ya conocido una y mil veces. O sea, tampoco es casual que Neil Young esté generando tantas cosas copadas con lo que sacó, incluso se permitió el lujo de sacar dos discos este año (Y guarda que Psychedelic Pill es doble). O que Dissapears o The Jon Spencer Blues Explosion estén acaparando la atención rasqueteando los costados post-punk y rocanrroleros clásicos respectivamente. O que Dinosaur Jr. o Swans, bandas que provienen de otras épocas, de otras lejanías, sigan enseñando cosas. O que Lee Ranaldo sea una marca de seguridad antes que un limbo de expectativa. Todas aquellas bandas que hoy por hoy son tenidas en cuenta, como Tame Impala, The XX o Beach House (por nombrar unas pocas) no cargan, en la opinión de quien escribe, con la suficiente pasión como para que se destaquen. Y cada una de estas bandas sacaron segundos discos (excepto los Beach House, que ya vienen por el cuarto) que son, a su vez, sombras de lo que significaron sus debuts y/o crecimientos.
Menciones a los que se quedaron afuera por el puto número redondo:
The Mars Volta - Noctourniquet: porque está bien, muchachos, yo los entiendo. Quisieron cambiar un poco y no, loco. No les puede salir toooodas buenas. Igual ustedes chorrean ideas como quien suda una tarde de verano sin ventilador, y un disco malo de ustedes equivale a 5 discos buenos de Tame Impala. Así que sigan para adelante, graben otro más que yo los banco igual.
Patti Smith - Banga: porque es demasiado rico para tomarlo despacio. Patti, con bigotes y todo te doy hasta que Ron Damón pague la renta, sabelo.
Yo la tengo - Fade: porque empezaron a difundirse links leakeados la semana pasada y técnicamente tiene salida para el 2013, así que por bueno que esté hay que ser condescendientes con la idea de que estamos reseñando este año, porque sino con ese criterio pongo a Ramones y a la conchasumadre todo.
Deftones - Koi No Yokan: porque son los Deftones, y con eso es suficiente. Van camino a convertirse en los Motorhead de esta nueva generación, pero es irreprochable la conducta, las pilas y la pasión que le ponen a lo que hacen. Y porque ameritan un post aparte porque son el ejemplo que estoy usando para explicar otras cosas.
Mark Lanegan Band - Blues Funeral: porque sos copado, Mark, siempre lo fuiste. Sabés que te banco un montón. Nomás te tenés que dar cuenta que hay un límite. Casi cassssi entraste en el ranking, pero huelo que medio como que la moqueaste. Pero te quiero porque sos vos, ¿eh? Si hubiera sido otro iba a verte a Buenos Aires y te reventaba el marulo a tomatazos.
Bear in heaven - I love you, It's cool: porque justamente es el segundo disco de esta banda y se repite el patrón de The XX y Tame Impala: no pueden consigo mismos y, sin dejar de ser buenos, tienen más agujeros que los discos que quedaron en los diez elegidos. De todas maneras hay que apoyar muchísimo esta banda, en cualquier momento explotan como pochoclo y vamos a ser los únicos que vamos a decir, "eh! Yo a esta gente la vengo siguiendo desde hace un montonazo! Correte, hipster de mierda, dejame hacer pogo!"
He luchado a brazo partido con la muerte. Es la contienda menos estimulante que podéis imaginar. Tiene lugar en un gris impalpable, sin nada bajo los pies, sin nada alrededor, sin espectadores, sin clamor, sin gloria, sin un gran deseo de victoria, sin un gran temor a la derrota, en una atmósfera enfermiza de tibio escepticismo, sin demasiada fe en los propios derechos, y aún menos en los del adversario. Si tal es la forma de la última sabiduría, la vida es un enigma mayor de lo que alguno de nosotros piensa.
En uno de sus últimos posts, Pablo Turnes refiere que "Las tapas de GENTE son como esquirlas hechas para ser olvidadas al mismo tiempo que se incrustan en el sentido común – veneno de las sociedades -, y ahí van depositando su toxicidad a cuerpos siempre receptivos y disciplinados."
Cabría añadir, ante ese contexto, que si creería en la máxima McLuhaniana que dicta que el medio es el mensaje (y ya todos sabemos que acá lo que prevalece es el fuego, querido lector lleno de ojos), la revista configura entonces la liturgia decorosa de la aceptación y la domesticación moral, la cual siempre es ambivalente: por un lado, no hay domesticador si no hay domesticado. Por el otro, quizá esta tapa sea un ejemplo que pre-configure una reflexión hacia el eterno paradigma: la clásica de para qué hacemos lo que hacemos y para qué luchamos... si es que verdaderamente luchamos por algo.
Es que la aceptación del otro configura, en ciertos casos, un arma de doble filo. Muchas personas quieren ser aceptadas y conjurar una serie de posibilidades hacia un acceso a algo que siempre fue negado. Ese algo, a veces, es ilusorio, impuesto o pre-establecido por un otro y funciona como un claro dispositivo de poder.
En un momento determinado del documental Punk attitude, alguien expone la crítica de que el punk se tergiversó a niveles demenciales, teniendo en cuenta que al principio esta estética (o mejor dicho, esta actitud filosófica) enunciaba a grandes rasgos una marginalidad adrede y una inherente oposición a un sistema conformado por instituciones que delimitan, encauzan y juzgan. Palabras más, palabras menos, hay algo que establece parámetros y yo me opongo a eso. La crítica, entonces, estaba determinada hacia un sector de los representantes de la actitud punk, más propensos a luchar y posicionarse para querer estar dentro del sistema y así insertarse en el entramado de las relaciones interpersonales, que para contraponerse a un sistema. Vamos, era más o menos lo que le criticábamos a los floggers, tan desesperados ellos de querer formar un "movimiento" sacándose fotos en los shoppings.
A simple vista, uno podría deducir en esta foto que el rostro de Flor de la V, travesti oficialmente aceptado como ser femenino con documento en mano, casada, con hijos y con una vida de progreso delimitada por el espectáculo, enuncia una máxima: esto es lo que siempre se me negó y lo que siempre quise tener.
Nota al pie: se trata de una cuestión de derechos, por supuesto. Se hace lo que se quiere y, aún con contradicciones y amigüedades, se estipula de antemano que para esta clase de cosas están las reivindicaciones. Vivir y dejar vivir. De vuelta, como decíamos en otro post, cada cual hace de su culo un pito. Y dentro de una supuesta república democrática, está perfecto que así sea. Esta clase de hechos, claro está, no hace otra cosa que reafirmar el simulacro del mantenimiento del status-quo y de la evolución como seres humanos. Y está genial que si alguien quiere bautizar a sus hijos o si quiere circuncidarlos lo pueda hacer. ¿Por qué no?
Pero claro, convengamos, es ingenuo pensar que la iglesia y el medio en el que esta foto es publicada aceptan a Flor de la V de buena fe. Y éste es el "otro" filo del arma. Aquel que acepta al Otro no lo hace, casi siempre, por cuestiones empáticas o desprendidas. Una revista de esta clase, como toda revista, procura vender sus ejemplares de acuerdo a una serie de normas que configuran el contenido del interior de sus páginas. Dichas normas son comunes a quienes potencialmente pueden interesarse en comprar la publicación. Por otro lado, la Iglesia está atravesando por un mea-culpa cretino en donde no hace otra cosa más que evidenciar que el camión, hace rato, está perdiendo aceite. Alcanza nomás con echar un vistazo a sus proclamas acerca del uso del preservativo o de la aceptación de la existencia de la Ley de gravedad (!). Si uno es lo suficientemente prevenido (o cínicamente paranoide), puede advertir que la esfera clerical está tratando de lavar culpas y procura sutilmente equilibrar la balanza ante tanto pederasta y torturador dando vueltas por sus pasillos supuestamente sagrados.
¿Hace falta recordar que ésas son las mismas instituciones que siempre se han destacado por marcar una línea de tiza, que viola en nombre de un zombi repartidor de pescados o que oculta, tergiversa y niega la verdad? Son tiempos en donde esta clase de organismos (modelos en escala de un sistema mayor, con cierto tufillo a gubernamental) cooptan rasgos culturales para reconvertirlos semánticamente, fisurando y a la vez construyendo un nuevo panorama. Y la figura de la revista, especialista en ser la idiota útil de dicha reconversión a lo largo de su historia, da la estocada de lo que debe ser aceptado y lo que no. En este caso, ateniéndose a los más rancios elementos de la moral cristiana y las buenas costumbres. Debe ser aceptado un travesti que bautiza a sus hijos, nunca un travesti con sus tetas machucadas de silicona industrial haciéndole el culo a un pibe a escondidas en una 4x4. Debe ser aceptada la figura de empresarios del espectáculo, no aquellos que tratan de sobrevivir en cualquier calle. Lo que vende es la mina que se reencauza, no la que muere de SIDA. Nosotros, Iglesia y Medios, la aceptamos porque firma el pacto de bailar nuestra canción. Y todos contentos.
Las instituciones se valen de los arquetipos para establecer un consenso. Así como la imagen de Jennifer Lopez, Mark Anthony o Shakira representan la aceptación de lo latino dentro del entramado sociocultural estadounidense (siempre perverso) en tanto que especifican y dan cuenta de una ordalía de arquetipos, todo parece indicar que el travesti que busca aceptación debe lograr anotar ciertos puntos en la larga lista de requisitos dentro de la Sociedad Rural de la Corrección Política Total.
Y ésa es la crítica fundamental que los homosexuales, travestis y trans le hacen a Florencia de la V: que se haya cortado sola, que niegue totalmente su condición de minoría y que sea la personificación del descompromiso y el interés personalista. Ella entonces es la salvada por el sistema, la que siempre quiso pertenecer, la que nunca fue a ninguna marcha ni le da trabajo a travestis en sus obras teatrales. Lo que se desprende de ese repudio es ni más ni menos que lo obvio: es un error pensar que vamos a ser aceptados por el otro si sumisamente adoptamos los rasgos que impone ese otro. Es como si un fanático del doom-metal quisiera salir con una mina y que la mina le corte el pelo, le cambie la ropa y lo convierta en un oficinista.
Pero pese a todo esto, siempre queda una doble paranoia: ¿Y si Flor de la V es la representación de la ironía? ¿No será extremadamente inteligente y está haciendo lo que hacía Herbert Marcuse, por ejemplo, cuando escribió El Hombre Unidimensional becado por el Rockefeller Center? ¿No les estará tomando el pelo a los chupacirios y a los lambiscones como si se tratara de una infiltrada a punto de cometer un acto terrorista? ¿No será, con esa cara de impostada felicidad, una representación más de un espectáculo dadaísta? O es eso, o es lisa (y sacra) estupidez.
¡Paren las rotativas! Hay un nuevo quilombo en el gallinero. Bueno, ya no tan nuevo, pero siempre es bueno ver esta clase de cosas, esperar un rato y ver qué onda.
Ok, esto va a ser largo, así que voy al punto: Cuando el Señor Ovni Press SA se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. O convertido en Elliott Ness. O en McCarthy. En un bicho deforme, vamos, desubicado en tiempo y lugar.
Chinchudo por su situación comenzó a obrar en consecuencia. Quizá por aburrimiento, quizá por mandato paterno, quizá para llamar la atención escribió un comunicado. Disculpen que copie y pegue algo tan largo:
OVNI Press y la protección del Copyright:
Seguramente en estos días escuchen (si no lo hicieron ya) sobre varios sitios que traducían y compartían cómics de nuestras licencias en forma ilegal y que han sido cerrados.
Sabemos que no cayó bien entre muchos cybernautas, pero lo cierto es que como representantes de Marvel, Dark Horse, The Walking Dead y otros, nos vemos en la obligación de defender nuestras licencias y denunciar a estos grupos. No queremos hacerle una guerra a la piratería, sabemos que es una batalla perdida, pero sí reconocemos que es nuestro derecho defender a nuestras editoras, que no autorizan bajo ningún concepto estas ediciones clandestinas.
Ciertos grupos se han comprometido a boicotear a la editorial. El derecho a elegir qué se compra y qué no es tan válido como el nuestro para exigir que no se traduzcan nuestras propias series, meses antes de que nosotros las editemos. Competimos contra ediciones ilegales que se amparan en que no tienen "fines de lucro".
Por todo esto queremos hacer algunas declaraciones:
1. No creemos que las "tradumaquetaciones" deban ser toleradas porque son "promoción" para nosotros. Tenemos gente dedicada a promocionar, y jamás optaron por hacerlo a través de ediciones clandestinas.
2. Tanto las ediciones originales como las nuestras expresan en los legales la prohibición de su reproducción total o parcial, sin previa autorización. Las "tradumaquetaciones" no están autorizadas ni por nosotros, ni por los dueños de las licencias.
3. Que no editemos la totalidad de los títulos de Marvel no hace "injusto" que no permitamos que se "tradumaqueten" y se comparta libremente el resto. No podemos "buscar un punto medio" como nos pidieron algunos de estos tradumaquetadores. Nuestra responsabilidad es hacia Marvel, no hacia ciertos títulos.
4. Que en nuestro país y en otros países de habla hispana no se puedan comprar ediciones en castellano (porque no llegan, no existen o no las pueden pagar) no hace que sea "injusto" que se prohiba compartirlas gratuitamente. Injusto es pagar por licencias que paralelamente se distribuyen ilegal y gratuitamente.
5. Hacer valer nuestros derechos comerciales no es un "capricho", es un derecho y es una obligación hacia nuestros licenciatarios. Sí, buscamos rédito económico, porque la edición de historietas es un negocio del que algunos intentamos vivir. Si las licencias fuesen gratuitas, si los autores no cobrasen, si el traductor, corrector, diseñador, editor, director, imprentero, encuadernador, fletero y distribuidor no cobrasen, los cómics serían gratuitos para todos. Pero la realidad es otra, mucha gente depende de que esto sea un negocio rentable.
6. Quien quiera encarar un emprendimiento de "tradumaquetación" debe saber que existe un marco legal que nos ampara en nuestro reclamo. No nos interesa hacer una "cacería de brujas", como le han llamado, sino que buscamos que nuestros títulos sean verdaderas "novedades", al menos entre los lectores de habla hispana.
Es innegable que la propuesta de Ovni Press es honesta, por cuatro motivos: primero porque enuncian sin tapujos que son una empresa capitalista que fue pensada únicamente para vender. No hay altruismo ni construcción cultural, tampoco están apostando a la magnificación de la historieta argentina. Ellos le pagan un permiso a Marvel, a Dark Horse o a Kirkman para publicar cosas en castellano y esperan obtener un rédito económico. Fin. En ese sentido es lo mismo Ovni Press que un McDonalds. Venden cosas empaquetadas, así que si cambian las palabras "papel" por "carne" es lo mismo.
Segundo, porque supuestamente están obligados. Es evidente que volverse un buchonazo solemne forma parte del paquete que se compra.
Tercero, porque lo enuncian dentro de un marco legal. Lo cual por supuesto está más que bien. ¿Importa tener en cuenta que ese marco legal jamás se revisó ni que enuncia criterios del tiempo de Matusalén, de cuando Internet y el concepto de compartir no existían? No sé si importa. Pero está bien, los tipos son legales. Y son honestos con esa legalidad. Al César lo que es del César.
El cuarto motivo de honestidad es que entre líneas se destaca que no entienden mucho de lo que están hablando cuando atacan a los sitios de distribución de comics tradumaquetados al castellano anteponiendo que todo este asunto es directamente un robo. Cuidado, yo no tengo la bola mágica ni me recibí de Guacho Pistola del Año. Yo tampoco entiendo muchas cosas.
Hablo desde mi postura, que es la de creador de comics y dibujante freelance. Me explico: trabajo principalmente en Estados Unidos como artista autónomo, bajo acuerdos comunmente llamados "Work-for-hire". Me considero un tipo muy afortunado por trabajar haciendo eso, aunque soy consciente del esfuerzo que implica labrarse una suerte de garantía de profesionalismo (aunque en el fondo no sé muy bien qué es eso... yo simplemente procuro entregar a tiempo y punto). 27, el comic que dibujé con guiones de Charles Soule en el 2010, agotó la tirada de sus dos primeros números y aún hoy se vende tranquilo pero sin pausas, aún teniendo la posibilidad de ser leído gratuitamente en forma de webcomic. Ser dibujante freelance me ha permitido tener el campo más o menos abierto para financiar mi propia existencia. Con 27 me compré una computadora de la hostia. Me mudé a una casa muy bonita (aunque no es mía), tengo mi propio "estudio" en el que laburar en paz sin joder a nadie. Sé que eventualmente puedo llegar a trabajar en las Big Two (apodo destinado a los dos monstruos editoriales estadounidenses: DC Comics, propiedad de AOL-Time-Warner, y Marvel Entertainment, propiedad de Disney) y cuando me preguntan qué haría si eso ocurriera yo simplemente encojo mis hombros y digo que va a estar todo bien ya que esa posibilidad no entra en conflicto con mis principios. Es un cliente más, así que aceptaría gustosamente cualquier encargo venido desde ahí ya que es lógico que me va a abrir las puertas a lo que realmente quiero hacer: trabajar con mis propias historias sin rendirle cuentas a nadie, en muchos sentidos. Entonces sé que dibujando cualquier capítulo de Batman, por poner un caso, voy a poder comprarme una casa. Y sé que si hago las cosas lo suficientemente bien, es decir, a mi manera, voy a poder laburar en paz y publicar cosas con una frecuencia de tiempo y sin ser empleado de nadie. El punto es que, para mí, dibujar Batman no implica el fin de mi carrera o la meta a alcanzar. Es otro paso que voy a atravesar.
Por otro lado, soy co-editor de un sello editorial naciente que apuesta a todo o nada en las posibilidades estéticas de los autores. No hay plan ni estrategia que no sea ésa: la de avalar la producción autoral por sobre todas las cosas. La editorial está establecida en dos frentes: el digital y el impreso. Si bien aún hay millones de cosas en estado de desarrollo y formación, ya que esto es un eterno aprendizaje, desde el principio se ha planteado que la pata digital (y gratuita) sea imprescindible. Es más, ese aspecto ni siquiera fue discutido, eso debía ser así. Y va a seguir siendo así. En lo que respecta al plano impreso, en lo que a mí respecta, con lo que gano en Estados Unidos puedo financiar mis propias publicaciones acá. No hay muchos secretos al respecto, Dead Pop es el lugar donde van a ver mis cosas publicadas de una manera o de otra. Es mi casa actual. Y nadie me regala nada y hasta es genial que así sea. Y no tengo problemas con eso. Con lo que gano allá publico acá. Y lo que publico acá eventualmente va a ser publicado allá. Una mano lava a la otra.
Ya todos saben, además, que publico un webcomic llamado El Aneurisma del Chico Punk. Va a ser el primero de muchos por venir, ya que, al igual que la producción de fanzines, es algo que es muy difícil de abandonar. Lo que hago básicamente con ese comic es, ni más ni menos, que regalar tres páginas por semana, sin pedir absolutamente nada a cambio. Lo hago porque me divierte, porque me des-tensiona, porque necesitaba producir mis cosas paralelamente a los encargos pagos. Y porque se me cantó el choto hacerlo. Disculpen mi francés.
Como autor integral, entonces, soy consciente de tres cosas (sí, perdón, hoy estoy enumerador... suele ocurrir): primero, que sin Internet yo no existiría. No podría trabajar para el exterior o no tendría el contacto permanente con clientes o autores o lectores. Tampoco podría haber conocido a Damian Connelly y por ende Dead Pop tampoco hubiese cobrado forma (o por lo menos yo no formaría parte). Y las tres páginas semanales de El Aneurisma serían pensadas de otra forma, probablemente para ser impresas en un libro. Y dudo mucho que me pusiera a pensar algo tan grande de antemano para ser impreso.
Segundo, que la distribución paralela de comics es un punto neurálgico que reditúa mi carrera en etapas: el capital simbólico que se desprende de esa distribución, tarde o temprano vuelve convertido en capital económico. Yo soy el "chico ése que hace el comic con el pibe de la mascarita", y al mismo tiempo los editores y clientes últimamente empiezan diciendo "che, tu laburo en el webcomic es muy bueno, ¿cuál es tu page rate? ¿Estás disponible para trabajar en un proyecto así y asá?". Sin sonar pretencioso, reduzco todo a lo simple: desde que empecé con El Aneurisma... he tenido el doble de ofertas laborales que cuando me rascaba el culo leyendo la última Batman. No hay absolutamente nada de malo ni traicionero ni inmoral en hacer lo que estoy haciendo ni en cómo lo estoy haciendo. Por otro lado, aquel que se descargue 27 sin poner un peso va a recordarme y va a saber apreciar mis futuros esfuerzos. Por algo se toma la molestia de perder algunos minutos buscando un link de descarga.
El tercer aspecto de la autoconsciencia es el feedback en el proceso creativo. Porque yo también, huelga decir, me bajo muchos comics. Y discos. Y películas. Y series. Y juegos. Y programas. No hay nada que ocultar en este aspecto, yo mismo recomiendo tal o cual cosa y posteriormente añado un link de descarga para que puedan ver o escuchar de qué estoy hablando. Bajo todo eso porque, entre otras cosas, me sirve como autor: lo hago porque mi cabeza crece y puedo empaparme de conocimiento y volver al tablero sabiendo que puedo encarar las cosas de otra manera. Ya sea mirar una película para ver la manera en que tal director planteó las cosas, ya sea para no hacer lo mismo que tal dibujante hizo en el comic X, ya sea para tener una copia en jpg para tener de referencia la paleta de colores que cierto colorista usó, ya sea para escuchar un disco que me permita generar un clima de comodidad mientras trabajo. Entonces descargo y comparto todo lo que pueda. Yo soy consciente de que todo eso va a volver económicamente a sus productores, aún asumiendo la falacia de que comprando una edición especial en dvd de Taxi Driver estoy dándole plata a Scorcese. Pero si hay un comic que me gusta, lo compro. Si hay una banda que admiro, pago la entrada y los voy a ver en vivo. Una cosa no tiene nada que ver con otra, o en todo caso, se interpenetran. Por eso, de lo que se trata es de descargar sin culpa ni paranoia.
Por eso incluso paso los links de las tradumaquetaciones de los comics en los que formé parte en Estados Unidos. Lo hago porque me es más sencillo hacerlo. Por ejemplo: mi novia detesta leer comics en inglés, y también detesta leer desde la computadora. Pero dudo que por lo pronto vaya a existir una edición en español de 27, por ejemplo. Entonces se elije el mal menor, ella cuenta con la versión tradumaquetada del comic para leerlo cuantas veces quiera. Y así como lo hice con ella lo hago con cualquiera que me lo pida, siempre y cuando los links estén activos. Lo hago porque entre otras cosas es una linda historia. Quizá yo no esté conforme por cómo la dibujé, pero eso siempre me pasa. Soy demasiado autocrítico con mi laburo. Aparte convengamos, hay unas cuantas páginas ahí que podrían ser siete veces mejor hechas.
En fin, por muchos motivos me parece que al menos puedo utilizar este espacio y descargar un poco, aún sin tener, insisto, la Gran Verdad implantada en mis neuronas.
Pero es loco que la clase de comunicados emitidos por Ovni Press existan. Es loco y es triste, porque habla a las claras de un sistema rancio que se agita y camina como un zombie que en vez de morder sólo se mueve espásticamente dejando olor a podrido por todos lados.
No importa que un autor español, un músico o un reconocido escritor de novelas o cómics dejen bien en claro que el sistema zombie lo único que se merece es un piadoso disparo en la cabeza. No importa que existan espacios de construcción en los que se debata dónde empieza y termina el tan mentado derecho de autor. No importa que incluso exista una Declaración conjunta sobre libertad de expresión e Internet. No importa que se haya dicho mil y una vez que el concepto de piratería no es aplicable en este caso. No importa que se den estadísticas y números duros acerca de cómo la distribución paralela de discos, por ejemplo, no afecta en absoluto a las ventas. No importa un choto, de todas maneras hay gente que se tiene que poner la gorra y exponer su queja de vecina indignada que no puede creer cómo puede ser que, pagando sus impuestos puntualmente, haya borrachos en la esquina armando desmanes.
Gente de Ovni Press, dejen de ser tan mojigatos. El mundo editorial está atravesando por un vórtex que cambia de forma todos los días. Es un complejo sistema en donde creadores, productores, intermediarios y lectores están todos revoltijeándose en el inodoro. Esto va a ser así por un largo tiempo, estimo, ya que hay muchísimos factores que deben tenerse en cuenta para que haya una ilusoria normalidad (o lo que ustedes entienden por normalidad). Mientras tanto, si quieren ganar dinero, abran un McDonalds. O una inmobiliaria. Pero si prefieren meterse en esta clase de terrenos, abran las orejas y sepan adecuarse al carro. No ganan absolutamente nada poniéndose en señoronas clamando la cabeza de un pobre gilipollas que decide perder el tiempo y utilizar sus conocimientos en Illustrator para traducir al castellano su comic preferido. Ese pibe está compartiendo algo que le gustó y sabe que habrá otros que van a aprovecharlo de quince maneras distintas. No ganan nada lambisconeando a Marvel obedeciendo la cláusula de defensa de la regalía. No ganan nada blandiendo el dedito en nombre de una ley de oferta y demanda que está poniéndose en entredicho permanentemente. No ganan nada agitando las banderas de los derechos de autor porque desde el vamos no están defendiendo eso, están defendiendo el hecho de que hay muchachos que les tocan el culo a su triste concepto de libre-empresa.
Lo que más llama la atención en ustedes, gente de Ovni Press, es la directa negación, el "no tolerar" en vez de ponerse a pensar medio segundo qué puede servir en todo este asunto. Es paradójico que, en tanto empresa consciente de los vaivenes económicos, estén imposibilitados en pensar en un sistema de consenso en vez de enunciar la intolerancia. No hay por qué sorprenderse, teniendo en cuenta que desde los dueños de la franquicia, sus jefes, existe el mismo pensamiento. Son industrias culturales que se asustan y le temen al monstruo con dientes que para ellos simboliza Internet, cuando en realidad el comiquero habitual es un fetichista del papel que va a comprar la edición impresa de todas maneras. Ustedes se lamentan de que "es una batalla perdida" combatir el asunto, cuando en realidad no hay por qué combatir ni establecer batallas ni enfrentamientos ni nada. Ahí, creo, está la gran falacia de su comunicado.
En fin, ¿por qué empecé destacando mis labores de autor en todo este asunto? Porque a ustedes, muchachos de Ovni Press, les da exactamente lo mismo publicar a Brian Michael Bendis, Robert Kirkman o Poroto Flores. Siempre y cuando esté incluido dentro de lo que pagan, ustedes traducen, publican y distribuyen. Como dije al principio, ésa es su apuesta comercial, no es otra (1). Y está perfecto, cada cual hace de su culo una flor. Los consumidores que pacientemente compran sus comics, quizá deberían fijarse en que la editorial no lo hace por amor. Su intención no es la de generar un pensamiento relacionado al futuro de la producción historietística argentina. No es la de evangelizar descarriados y llevar la palabra ahí donde no hay acceso. No es salvar el mundo. Su propósito es vender comics, sean cuales sean, sin chistar. Le importa tres chotas quiénes los hagan. Mierda, hasta me hacen preferir el amiguismo ramplón de Fierro. Al menos ellos publican a sus compañeros de tragos (2).
Si están asustados porque no pueden vender lo suficiente para comprarse una nueva Mac, búsquense otro trabajo. O lean. Leer siempre es bueno, ¿sabían? Miren, justo acá encontré un link para leer algo interesante. Se los paso, bájenselo. Es gratis.
(1) Y si en todo caso deciden pegar un volantazo y empezar a publicar única y exclusivamente comics nacionales o si les pagan directamente a los autores para comprarles el derecho a explotación de sus obras (Kirkman y su The Walking Dead no entran en esta categoría, el gordo es en sí mismo una franquicia con patas), de igual manera tienen que hacer un llamado a la reflexión... si es que hay interés en los escaneadores de difundir y compartir esos libros (ver punto 2). Por lo visto, en su sección de libros noto que ninguno está en los listados de los foros de descarga, así que no sé por qué tanta queja.
(2) Cabe preguntarse por qué no existen copias escaneadas de Fierro. Si hay algo que prevalece en la mente de un escaneador es el concepto de interés: escaneo o tradumaqueteo porque sé que puede interesarle a alguien. Ergo, ¿hay alguien interesado en perder el tiempo descargando los números de Fierro? Si los hubiera, me parece que este pie de página no tendría sentido.
Recuerdo tener constancia de que había una civilización antigua perdida por ahí en la que si el contador de historias de la aldea no cumplía con su cometido, lo ahorcaban a la mañana siguiente.
No puedo acordarme del nombre de esa cultura en este momento. Es una lástima.
El punto es que en algún momento de la humanidad fue imperativo contar bien una historia. No importaba la fama o el reconocimiento, era meramente una cuestión de vida o muerte.
Corte y fundido a negro. Anoche nos sentamos en el cine y la platea parecía que estaba en una plaza de barrio. Faltaban un par de palomas y el colectivo pasando por la esquina y la sensación hubiera sido completa. 160 minutos de sonido de 95 bolsas de pochoclo siendo hurgadas por dedos facinerosos después, tuve la certeza de que Nolan debía morir al día siguiente y que debía ser enterrado con todas las copias de sus películas. Cilindro amnésico-lumínico de Men in Black a toda la humanidad y listo, acá no ha pasado nada.
Paréntesis: se entra a un cine para ver una ilusión. Pagamos para que alguien venga y te cuente algo, en una especie de neo-fogón electrónico, y vos pienses que hay algo más allá de la realidad que puede generarte un sinfín de sensaciones. Los cineastas son parte de la nueva legión de contadores que juntan a personas en un mismo lugar para ver si pueden deslumbrarlas. Es el eterno acuerdo tácito: te cuento algo y vos comprás ese algo y si todo sale más o menos bien nos volvemos a casa todos contentos.
Al mismo tiempo, en ciertos círculos persiste la pseudo-teoría que dicta que un espectador es un detective que, de acuerdo a su pericia, puede ver una película, dilucidar cierto bagaje de datos y por ende es posible que se entretenga por una hora y se aburra en la hora siguiente. Todo se resume en "yo ya veía venir a diez cuadras que Fulano de tal era el asesino". Por supuesto que no siempre es así. De hecho no veo nada de malo en eso. Pero las diversas leyes de la argumentación devinieron, eventualmente, en juego de adivinanzas antes que en contemplación participativa. Como recurso está bien, como explotación argumental tendiente a una univocidad de criterios es execrable. Cierro paréntesis.
Pues bien, lo siento mucho, pero todos aquellos que han depositado su confianza en Nolan como buen realizador audiovisual, deberían hacerse un examen de próstata con un cortador de ravioles. Cortemos con la pleitesía de una vez: Nolan se disfraza de uno de los mejores contadores de historias de su aldea, pero si le sacás la barba podés ver a un nene caprichoso jugando con juguetes caros y poco más.
The Dark Knight Rises (de ahora en más llamémosla TDKR) no es mala por su ambigüedad ideológica, aunque podemos discutir ad nauseam acerca de las característica proto-fascistas de cotillón que se exponen y el simbolismo capitalista conservador que Batman encarna desde el minuto cero. Tampoco es mala ni por su música (signo de los tiempos), ni por sus actores (abocados a representar pseudo-complejidades existenciales en una colección de rictus, muecas y posturas a veces convincentes, otras muy graciosas). Es mala en sí misma, técnica e intrínsecamente hablando. Más que nada porque es la clara representación de la ausencia de pasión en pos del formulismo. Pasión puesta en contar una historia utilizando más o menos bien los elementos básicos de progresión dramática y coherencia interna, como cierto muchacho ha hablado con respecto de Prometheus. Sin pasión, TDKR está mal hecha. Mal pensada, mal filmada, mal montada, mal editada, mal presentada. Fue hecha para experimentar con complejos dispositivos tecnológicos pero en el fondo termina siendo autoconsciente de que está propuesta para vender todas las entradas que se puedan. Pero la culpa judeocristiana atosiga a Nolan y en vez de salir del closet y confesar que en realidad siempre quiso hacer pelis de tiros con Charles Bronson, procura revestir todo el conjunto con ciertos tics de solemnidad y sofisticación.
En esencia, TDKR pretende mostrar una nueva vuelta al concepto de épica. El enfrentamiento definitivo entre el bien y el mal. El pobre Nolan, tan inflado en su propia orgía egocéntrica, quiere tocar el fuego de los dioses y lo que termina haciendo es un esbozo espástico ocultado en capas y capas de ruido percusivo.
¿Notaron cómo usa los planos panorámicos? No hace falta que vean TDKR, pueden encontrar ese recurso en cualquiera de sus películas (excepto en Memento, aunque debería volver a verla para confirmar esto que estoy diciendo). Si nos atenemos a la primer enmienda de Godard, todo plano es moral, entonces Nolan quiere ser Dios y sobrevuela la existencia de los mortales. Oh Nolan, no somos dignos de vos.
Pero lo que nos muestra este dios es una caterva de hechos unidos únicamente por diálogos donde se procuran entremezclar los ingredientes necesarios para, así, generar un mínimo de movimiento de nuestros culos sobre el asiento. Toda la tecnología está puesta en el balbuceo de frases solemnes y hechos que rozan un numerito de circo hecho por perros Pavlovianos.
Puntualmente, el villano de la función: Bane hace durante toda la película lo que hubieran querido hacer Tyler Durden y los Space Monkeys en The Fight Club, pero de una manera grosera y ramplona al punto ya no de la indignación sino del aburrimiento. Aburre por que el móvil fundamental es el vacío más abyecto. Nos quieren hacer creer que El Mal es un chico listo y con un plan demoledor, pero en cambio vemos instantes con edificios explotando, actitud personalista y gente ejecutada en representación de algún tipo de autoridad. Pero El Mal no se representa del todo porque en el medio aparece la mojigatería hollywoodense: para que un niño también pueda ir al cine a ver a su héroe favorito moviéndose más allá de la tele o las viñetas, se ha anulado cualquier rastro de sangre. De acuerdo al Manual de estilo de la Corrección Política Total, podemos ver un plano concreto mostrando la acción de un disparo, pero nunca la reacción hacia quien lo recibe. Y si acaso vemos la reacción, el ágil cameraman nos la mostrará blandiendo su cámara super-cara como si estuviera usando una katana con un ojo en la punta. Pero cuidado, Bane es mortífero. Porque usa una máscara. Y supuestamente se escapó de un pozo. Ah, y porque habla raro. Fin. La nueva personificación de Otredad para el estadounidense de esta generación está representada en ver volar por los aires a tu deportista favorito por culpa de un forzudo resentido porque un grupo de presos le rompió la jeta.
En este aspecto, la pretensión de Nolan lo lleva a querer autopostularse como el escriba fundamental de la generación que asumió el terrorismo y supo domesticarlo para sí con intenciones pedagógicas. Cuando en 2002 el final de Spider-Man de Raimi fue refilmado para no herir sensibilidades acerca de la desaparición de las Torres Gemelas, diez años después el duelo ya está hecho y ahora toca revisar el concepto de terror y volverlo apto para la producción de pochoclo en cantidades industriales. Resignificación de la memoria colectiva, que le dicen. ¿Y cuál es la forma más prudente de hacerlo? Vaciar de contenido el concepto de terror per se y llenarlo de contradicciones, por un lado, y montar explosiones para mostrar que ver escombros ya no afecta a ninguna fibra sensible, por el otro. Y ojo al piojo, que los soldados de Bane se asemejan peligrosamente al grupo Quebracho mezclados con palestinos iracundos. Es el arquetipo, entonces. Los mismos inadaptados de siempre arruinando la arquitectura del centro de la ciudad. Es ahí cuando tiene que venir el más rico de los ricos, dejarse de mariconear con su histeria aristocrática, codearse con la cana (¿Por qué la fijación de Nolan hacia las fuerzas policiales?), asumir que los supuestamente pobres están estropeando las calles y andan matando porque sí y obrar en consecuencia porque hey, después de todo es un héroe. Se supone que los héroes o bajan gatitos de los árboles o bien reestablecen el status quo de un sistema como pueden, aún a su pesar y con algún retorcido y arbitrario sentido del sacrificio. Y para rizar el rizo, diez minutos después ya no es más el rico de los ricos. El Señor 1% ahora pertenece al 99% restante, aunque lo dejan vivir en su gran casa por piedad cristiana.
Pero nada de esto importa realmente si en el fondo una película no tiene en cuenta uno de los principios fundamentales de la realización audiovisual: el montaje. La elipsis y la concatenación de secuencias es lisa y llanamente el producto sin terminar de un estudiante de cine que se olvidó de rendir la materia porque se quedó jugando al Tetris un sábado por la noche. Entonces lo único que sabe de montaje es cómo encastrar cosas para que desaparezcan, no para que construyan algo.
Y es que lo más importante de todo, el nudo al que quiero llegar, es el hecho de que ya no hacen películas completas. Se hacen borradores, previews semi-coherentes, trailers extendidos. Apuntes, ensayos, ya me entienden. No se preocupen en tratar de ver la película como obra autocontenida, todo será explicado en los extras del DVD o en la Super-Extended Edition from hell. Pero bueno, ustedes podrán decir que esto no tiene porqué ser necesariamente malo. Pero ocurre que la gran mayoría de las películas de estos últimos diez años, especialmente las que son promocionadas como grandes éxitos, son sofisticados cajones de sastre. Entre los retazos encontramos alguna manga bien cosida o un molde que puede quedarle bien a alguien. Jamás un pantalón de corderoy completo y bordado con paciencia. Encontramos un bolsillo fucsia pespunteado en un saco azul, pero notamos que las solapas todavía tienen marcas de tiza. Todo bien con eso, pero me temo que hay una gran diferencia entre el Work in Progress y la vagancia. Y hay una gran diferencia entre construir suspense y tensión y alborotar los ojos con planos y planos de gente discutiendo sandeces y bloques de humo cortando el horizonte.
Lo triste del asunto es la obnubilación que ofrece la compra de espejitos de colores. El relato cinematográfico hoy por hoy se rinde a los pies de una persona que no sabe cómo contar una historia lineal, básica, de manual. Se supone que es algo del orden de lo maníqueo contar que un malo hace mal y un bueno viene y hace el bien en contraposición. Pero en este tipo de producciones es posible tomar ese elemento como mero recurso o excusa y construir algo al respecto que supere la simpleza de la propuesta. Convengamos, hay obras en donde el bien y el mal son opuestos fundamentales, pero esas obras están hechas con paciencia de artesano, con respeto, con honestidad y casi siempre apuntan a contar otra cosa. En fin, Podemos discutir hasta la extenuación si lo maníqueo puede servir para algo o no, pero jamás podríamos discutir nada si hay algo sencillamente bien hecho, siempre y cuando se tenga en cuenta la habilidad de quien está detrás de cámara.
La farsa caricaturesca disfrazada de realismo que ofrece TDKR, en suma, está plagada de agujeros apurados, conectados únicamente por pistas aisladas y muñecos de torta que se mueven de un lado a otro, que explican idioteces innecesarias para hacer tiempo, que subrayan conceptos hasta llegar al hartazgo pero que nunca dotan de verosimilitud lo que están haciendo. Nosotros como detectives, por ende, somos los que llenamos esos huecos. Consideramos que una película es entretenida cuando pasa eso, cuando en realidad nosotros pagamos para trabajar por los demás, olvidándonos de lo que subyace: si confundimos impericia narrativa con la "participación del espectador" estamos enunciando sin querer un rasgo de decadencia.
Apostilla ñoña: The Dark Knight Rises, argumentalmente hablando, es la acumulación de The Dark Knight Returns, Knightfall, No Man's Land y Bane of the demon (entre alguna otra que quizá me esté olvidando), un cúmulo de comics, algunos mejores que otros, pero siempre mejor narrados que la película. Es importante tener en cuenta que todo el tiempo opino que Batman pertenece a los comics, aunque su carga conceptual es evidente que ha excedido los limites de las viñetas ya que, supongo, Batman siempre seguirá siendo el personaje ideal para que cada autor, ya sea de cine, comics, animación o videojuegos, lo utilice para sublimar su propia cosmogonía. Huelga decir entonces que Christopher Nolan tiene una percepción de las cosas digna de cuidado. O sea, ¡estamos hablando de un tipo que cree que el inconsciente es un lugar lleno de edificios para jugar a los vaqueros!
Me odio a mí mismo por hacer esto, pero bueno. Mimportaunchoto, es probable que esto dure un poco más de lo habitual, aunque la sospecha generalizada es la del antojo: cinco o seis posts descalabrantes y a guardar el muñeco en la valija una vez más. Quién sabe, quizá esa sea la lógica que tenga que seguir.
Lo único que doy por cierto es que el regreso al blogueo pseudo-literario no se debe a una pésima labor de autocondescendencia, como la primera vez. Tampoco se debe a esnifar bizarreadas bajo la luna catódica (aunque eso, lo lamento amigos, persistirá). Esta vuelta me motiva el enojo. Al menos por hoy. Mañana porái me arranque un diente con una ciruela o me ría de una vieja patinándose en la calle (todo Unabomber Promedio sabe apreciar el descaderamiento gerontofílico como quien contempla un cuadro de Miró).
Pero igualmente hay motivaciones, convengamos. Recuerden que soy dibujante, que vivo en una cómoda semi-ermitañez, que hablo solo pateando gatos y que no tengo mucho que hacer excepto alardear al vacío. Y este es un blog, después de todo, que trata de acomodar un poco mi cabezota. Así que hemos buscado el template más locuaz por estas épocas, le pusimos pelotudeces acá y allá y procuramos pensar en algo con la mínima excusa de perder un poco el tiempo.
Hay que destacar que Tadeo El Apócrifo sigue vivo y ha vuelto, aunque ya no molesta tanto como antes. Shitface tendrá alguna que otra oportunidad, o por lo menos eso espero. El resto es continuar. Ni más ni menos que eso, mis queridos videntes pixelados.
A todo esto, ¿a quién le importa? Sobre las guitarras ya sin cuerdas, atentando contra las cataplasmas de la madrugada, haciéndonos sangrar las fosas nasales al tum tum que te hace ver las estreshitas, contra la pared, siete veces cada diez segundos, se cierne el Sr. Masoquismo total. Mirando con cara de guano.
Miren, miren: la cosa está reflotando. Ya siento el tumor interdependiente, el cual suponía en criogenia, empezando a dictarme cosas. Noto una sonrisa en la oscuridad. Primero la observé. Luego traté de reírme de ella. Ahora voy a atizarle los sillazos de rigor.
Unabomber ha vuelto a comerse todos los niños que entren en un plato hondo.