Me odio a mí mismo por hacer esto, pero bueno. Mimportaunchoto, es probable que esto dure un poco más de lo habitual, aunque la sospecha generalizada es la del antojo: cinco o seis posts descalabrantes y a guardar el muñeco en la valija una vez más. Quién sabe, quizá esa sea la lógica que tenga que seguir.
Lo único que doy por cierto es que el regreso al blogueo pseudo-literario no se debe a una pésima labor de autocondescendencia, como la primera vez. Tampoco se debe a esnifar bizarreadas bajo la luna catódica (aunque eso, lo lamento amigos, persistirá). Esta vuelta me motiva el enojo. Al menos por hoy. Mañana porái me arranque un diente con una ciruela o me ría de una vieja patinándose en la calle (todo Unabomber Promedio sabe apreciar el descaderamiento gerontofílico como quien contempla un cuadro de Miró).
Pero igualmente hay motivaciones, convengamos. Recuerden que soy dibujante, que vivo en una cómoda semi-ermitañez, que hablo solo pateando gatos y que no tengo mucho que hacer excepto alardear al vacío. Y este es un blog, después de todo, que trata de acomodar un poco mi cabezota. Así que hemos buscado el template más locuaz por estas épocas, le pusimos pelotudeces acá y allá y procuramos pensar en algo con la mínima excusa de perder un poco el tiempo.
Hay que destacar que Tadeo El Apócrifo sigue vivo y ha vuelto, aunque ya no molesta tanto como antes. Shitface tendrá alguna que otra oportunidad, o por lo menos eso espero. El resto es continuar. Ni más ni menos que eso, mis queridos videntes pixelados.
A todo esto, ¿a quién le importa? Sobre las guitarras ya sin cuerdas, atentando contra las cataplasmas de la madrugada, haciéndonos sangrar las fosas nasales al tum tum que te hace ver las estreshitas, contra la pared, siete veces cada diez segundos, se cierne el Sr. Masoquismo total. Mirando con cara de guano.
Miren, miren: la cosa está reflotando. Ya siento el tumor interdependiente, el cual suponía en criogenia, empezando a dictarme cosas. Noto una sonrisa en la oscuridad. Primero la observé. Luego traté de reírme de ella. Ahora voy a atizarle los sillazos de rigor.
Unabomber ha vuelto a comerse todos los niños que entren en un plato hondo.
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