Diciembre está pasando como un pedo de lechón, así que bien podríamos bajar la persiana de la musicalidad entrópica y destacar, sin orden ni concierto, lo que nos pareció que ha rockeado lo suficiente durante este año como para que valga la pena hacer un post de éstos tan chotos, unipersonales y rotundamente subjtivos, como corresponde.
Ya hemos hablado anteriormente acerca de lo que significa la presencia de Spencer Krug en nuestras vidas. Sabemos que es un chico inquieto, que cuando tiene 5 minutos para echarse un cago agarra el piano, se lo lleva al baño y entre churro y churro se clava un tema de puta madre.
Técnicamente, Moonface era su proyecto solista. Hizo dos discos enteramente hechos por él, en su casa y con total tranquilidad pajuerana. Dos grandes discos, por cierto. Minimalistas pero al mismo tiempo épicos, con cierta contundencia lírico-surrealista y con una cuestión formal enteramente ligada a la autogestión. Pero bué, se ve que el pibe ya no se pudo contener y eventualmente llamó a toda una banda nueva para su nuevo proyecto, del cual insistió en seguir llamándolo Moonface, quizá por una cuestión de delimitar con una línea de tiza lo que es totalmente suyo y lo que le pertenece a los demás o a un determinado grupo. Y acá, con gente obedeciéndole, trató de impulsar una visión.
Y lo que resultó fue algo rotundamente hermoso.
Wovenhand - The laughing stalk
Moonface with Siinai - Heartbreaking Bravery
- Resumen: Bowie, la tenés adentro.
Ya hemos hablado anteriormente acerca de lo que significa la presencia de Spencer Krug en nuestras vidas. Sabemos que es un chico inquieto, que cuando tiene 5 minutos para echarse un cago agarra el piano, se lo lleva al baño y entre churro y churro se clava un tema de puta madre.
Técnicamente, Moonface era su proyecto solista. Hizo dos discos enteramente hechos por él, en su casa y con total tranquilidad pajuerana. Dos grandes discos, por cierto. Minimalistas pero al mismo tiempo épicos, con cierta contundencia lírico-surrealista y con una cuestión formal enteramente ligada a la autogestión. Pero bué, se ve que el pibe ya no se pudo contener y eventualmente llamó a toda una banda nueva para su nuevo proyecto, del cual insistió en seguir llamándolo Moonface, quizá por una cuestión de delimitar con una línea de tiza lo que es totalmente suyo y lo que le pertenece a los demás o a un determinado grupo. Y acá, con gente obedeciéndole, trató de impulsar una visión.
Y lo que resultó fue algo rotundamente hermoso.
- Crítica en contra: Por más que este muchacho siga generando bandas, todo esto huele a que bien podría juntarse de vuelta con los Wolf Parade y dejarse de hinchar las pelotas con tanto chingui-chingui.
Wovenhand - The laughing stalk
- Resumen: El renacimiento del hombre del renacimiento.
Para quien venga leyendo este blog sabrá que David Eugene Edwards es algo así como uno de los santos patronos de las tardes en que nos ponemos a escribir pelotudeces. Tadeo ya había reseñado su último disco de estudio, y es de notar el profundísimo cambio que el ex 16 Horsepower le insufló a su proyecto. Entre The Threshingfloor y The laughing stalk existe un soberbio disco en vivo que reúne todo el abanico de canciones desde que se formara la banda, allá por el 2002. Fue grabado en una catedral y está implícita el aura de ritual desde la primera canción. No sería para nada loco pensar que ese registro en vivo marca una suerte de despedida de una manera de producir canciones y arreglarlas. Digo que no es loco pensarlo así porque The laughing stalk es el disco más sucio, rockero y violento que este muchacho ha hecho, incluso más visceral que su época punk-folk en 16 HP.
Si bien líricamente mantiene toda la estampa que lo caracteriza, o sea ese misticismo casi teatral donde la tragedia apocalíptica tiene mucho que ver con deslizar un mensaje acerca de la redención, sonoramente hablando podemos notar una faceta más cruda y desprolija, así como también cierto éxtasis eufórico que se lleva por delante cualquier pensamiento relacionado a hacer un disco pensando adónde disponer bien la energía. Esto suena espontáneo, apurado adrede, como grabado en un fin de semana de epifanía y sudor catártico.
Para los que vienen siguiendo Wovenhand desde sus primeros discos quizá no puedan engancharse a este nuevo cariz, ya que desde siempre prevaleció una estética mucho más relajada, más contemplativa. Por mi parte, lo único que puedo llegar a decir es que siempre me pregunté cuándo sería el día en que Edwards iba abandonar esa tensión, esa furia pasivo-agresiva de dientes apretados e iba, en cambio, a mostrar sus tripas, agarrándose los huevos en un grito pelado, dejando ese banjo extraño que lleva para todos lados y rompiendo guitarras como un poseído. Puedo decir muy contento que ese día llegó.
- Crítica en contra: Si bien no tengo ningún problema con la espontaneidad del error, hay que considerar que si se gastaban la plata equivalente a un mes más de estudio el disco podría haber salido 5 veces mejor de lo que ya es. Ah, y Edwards es un chupacirios. Pero con onda. Ojalá todos los chupacirios fueran como él.
Dinosaur Jr - I bet on sky
- Resumen: Vejetes rockeando sin parar, como debe ser (y por sobre todo, ¡sin estafar con discos de greatest hits!)
A estos muchachos hay que perdonarles todo. ¿Por qué? Porque deben ser una de las pocas bandas con cojones que quedan. Hay que entender, por sobre todas las cosas, que son los últimos mohicanos del rock & roll. Les importa una mierda qué parámetros hay que seguir para sobrevivir en el maremoto anual de bandas. Ellos tocan, y punto. Realmente da la sensación que a ellos les chupa un huevo que el disco te guste o no. Ellos tocan proponiendo cosas para ellos. Algunas melodías más o algunas melodías menos, de todas formas la voz de J. Mascis, paradójicamente, se impone sin ser estruendosa (de hecho, ¡todo lo contrario!). Se impone el ruido, se impone el hecho de seguir en la ruta, se imponen esos solos de guitarra que, estructurados y todo, se descalabran y se vuelven a armar como quien se despeina por el viento y se junta los pelos con la palma de la mano como si qué.
También se impone el ir probando cosas medianamente nuevas sin salirse de una línea, de un marco. Ellos saben hasta dónde pueden dar. Y resulta que dan un montón. Y ahora, viejos y todo, apuestan por más. Son personas que se lastraron 800 asados en su vida y ahora agarran y dicen, "si, me como 800 asados más, pero también quiero ensalada, postre y pelopincho, ¿algún problema?", aún sabiendo que sus estómagos quizá no den para tanto. Pero ellos se mantienen altivos y al mismo tiempo ecuestres, de a pie, terrenales. Ésa es una dicotomía muy difícil de alcanzar: ser totalmente gigantes y andar en bici un sábado a la tarde. Si comparamos lo que hacen estos muchachos con la formulita criogenizada de Aerosmith o los interminables discos de grandes éxitos de los Rolling Stones (que mejor deberían cambiarse el nombre y llamarse The Walking Dead Stones), sinceramente antes de criticar mal un disco de los Dinosaur Jr. deberías pensar cómo quedan tus pulmones después de haber corrido el colectivo por tres cuadras. Porque estoy seguro que con esa cara de buenos pibes, el trío entero no sólo corre el bondi, sino que lo alcanza, se suben, se culean al colectivero, se bajan y persiguen otro.
- Crítica en contra: Niempedo. Son los Dinosaur, la concha de tu madre, ¿cuál es tu problema? Quizá los 2 o 3 temas que están en el medio flojeen, pero... ¿y?
Lee Ranaldo - Between the times and the tides
- Resumen: "Lee Ranaldo es la pila, pero Thurston Moore es el que lleva la linterna." (Tabao dixit).
Este año significó el año en que la disolución de los Sonic Youth, ocurrida más o menos por octubre del 2011, se efectivizó transmutada en discos de cada uno de los integrantes. Si bien Thurston Moore primereó con su Demolished Thoughts, publicado el año pasado, y Steve Shelley se fue a tocar la bata con los Dissapears, faltaba que el calladito de la banda, el señor Ranaldo, hiciera su propia movida. Y lo hizo a comienzos de este año, con 10 canciones que documentan y justifican por qué no sólo fue una parte fundamental de los SY, sino también por qué es uno de los mejores compositores (y más escondidos) que existen desde los 80s.
Cuidado: el disco en sí es un tanto bipolar. Va y viene por estados de humor bien concretos, a veces optimistas, a veces intimistas, a veces con prédicas, preguntas, quejas y declaraciones de principios. Es muy riesgoso que una persona pueda meter en un solo listado de temas todo un abanico de propuestas y estructuras y salir bien parado. Pero claro, vos que te pensabas. Si se trataba de una banda nueva el error hubiera sido fatal, por no decir pretencioso. Pero acá Ranaldo, con extrema sutileza y humildad, lo filtra todo con su guitarra. El gran comodín del disco es él mismo y el modo de articular sus propias mutaciones. A simple vista puede ser una propuesta bastante ecléctica, en un sentido medio peyorativo del término. Onda como que el tipo quiso acaparar mucho.
Pero el canoso es el canoso. Es el que musicalmente hablando armó desde el fondo a los Sonic Youth mientras Moore andaba destrozando guitarras y tímpanos. Era el cerebro en toda esa montaña de locura. Y acá no le pinta seguir el camino de su banda de siempre. Acá prueba otras cosas, otros derroteros. Y te deja con el culo al aire con los resultados.
- Crítica en contra: algunas letras son medio lameloides. "Medio" si se las escucha con una oreja.
Neil Young with Crazy Horse - Psychedelic Pill
- Resumen: Primer anti-disco de la lista.
Ok, esto es folk. Y también es grunge. Y por qué no, de paso cañazo, es drone. O sea, esto es improvisación controlada, el caos conducido. Esto es volver. La Old Black en una orgía de dedos y notas y todo, todo, todo el tiempo del mundo para hacer lo que te salga de los cojones. Así, bajo estos términos, El viejo aún tiene cosas para decir. Y no transa en hacer un disco de acuerdo a los reglamentos políticamente correctos acerca de cómo se hace un disco. Absolutamente todo lo contrario, en vez de hacer eso te propone un viaje. Un viaje de la reputamadre que lo parió, de más está decir.
Esto es actitud, señoras y señores. Hacer el disco que se te cante. Hacerlo como se te cante porque sabés que hay una conexión espiritual, metafísica o pluripotencial, andá sabé, con el que lo va a escuchar. No le estás tocando a cualquiera. No estás haciendo canciones para que las minitas se mojen. No estás tocando para que te pasen el tema en la radio o entre medio de cualquier reality de embarazadas quinceañeras. No le estás rindiendo pleitesía absolutamente a nadie. Estás dejando que la guitarra sencillamente hable. Hacés lo que hacés porque, irónicamente, siempre vas a ser demasiado viejo como para tener todo el tiempo del mundo. Entonces cada puta cosa que te sale es una oda de visceralidad atemporal y, al mismo tiempo, de inaudita tranquilidad. Porque es, a la larga, la confianza que expone una enseñanza máxima: el hecho convivir con el ruido, el hecho de vivir sabiendo que el ruido siempre fue, aunque todos te digan lo contrario, melodía. Es saber que podés llegar a emocionar a alguien enseñando a comprender el verdadero significado del ruido, que no es otra cosa que el sonido sin procesar, pura, lisa y llanamente que sale de tu alma.
- Crítica en contra: ¿por qué no me la chupás vos y tus críticas en contra?
The Twilight Sad - No one can ever know
- Resumen: Me saco el saco lleno de ruido y me pongo el que está lleno de lucecitas... pero igual sigo como el culo.
A las bandas no se les permiten los cambios superficialmente radicales. Vaya a saber uno por qué carajo existe un acuerdo tácito que implica que tus discos siempre sean variaciones dentro de un rango instrumental determinado. Hubo un momento en la historia en que la música acaparó uno de los conceptos dorados del diseño gráfico y no lo soltó: esto es, evolucionar progresivamente, paso a paso. En diseño, si clavás un logo nuevo en un diario, así, de un día para el otro, desconcertás a los posibles compradores. Ya les pasó a La Capital, el diario rosarino, cuando literalmente de la noche a la mañana le agregaron esa banderita pedorra en el medio del isologo ¿qué pasó? Espantaron a casi todos los jubilados que lo compraban. Musicalmente hablando ya les pasó, por ejemplo, a los Yeah yeah yeahs, allá por el 2009, cuando abandonaron la postura punk-rocker-fiestera, largaron las distorsiones a la mierda y se dedicaron por completo a ver qué podían hacer con sintetizadores y máquinas de ritmo. Y eso significó para ellos una especie de pseudo-disolución. Cada carancho a su rancho (aunque han anunciado regreso y grabación para el año que viene).
Pues bien, acá ocurre algo similar. Los escoceses relegaron los colchones de distorsión y la actitud noise-post-punk y los cambiaron por las texturas sintéticas, aún conservando la actitud por la cual fueron a parar a mis orejitas en una primera instancia. Incluso le añadieron ciertos matices sutiles de bronca, de tensión, que antes no tenían.
El punto, creo yo, está en lo que representa la osadía de largar todo lo que estuvieron haciendo y probar cosas distintas, aún a riesgo de perder algo relacionado a la esencia que estuvieron desarrollando por dos discos y multitud de Eps y splits y que configuraban, así, toda una estética a seguir. Aunque la esencia está igualmente preservada en las letras, en la postura, en la cadencia. Pero bué, loco, esa osadía es de respetar. No es poca cosa que sigan por la misma dirección pero por diferente carril.
Además, éste es un disco que me gusta por cuestiones muy personales. Digamos que es un disco que escuchaba mucho durante la época de producción intensiva de Black Tin Box y el video que pongo a continuación fundó las bases conceptuales de ese libro. Así que me disculpen, pero no ponerlo en el ranking sería una salvajada de mi parte.
- Crítica en contra: No sé si al disco en sí (aunque hay que reprochar cierta tendencia a la repetición estructural), pero es de criticar la espera a la que esta gente nos tiene acostumbrados para que salga algo nuevo y ver, finalmente, cómo fue que procesaron todo lo anterior con todo lo que propusieron en este disco.
The Jon Spencer Blues Explosion - Meat and Bone
- Resumen: A falta de nuevo disco (de estudio) de The Black Keys, buenas son las explosiones de noise-blues.
Lo loco de estos tipos es que no se sabe si lo que hacen lo hacen con total respeto a las referencias sobre las que se basan o si la banda es un sarcasmo gigantesco y nadie se da cuenta. O sea, esa voz hecha mierda llena de filtros, esas armónicas sobre acoples descontrolados, sintes rotos y ruidos blancos, esos bajos destrozados mezclados con baterías al borde de la crudeza sonora más abyecta, esa actitud de todomechupaungüevo pero con la suficiente organización como para que los tipos vayan por caminos que ya han recorrido chotocientas bandas pero con una pátina de lo-fi y mala baba imposible de descartar cuando querés levantar un poco el ánimo en una fiesta de borrachos autoconscientes de su propio hastío existencial. Hasta se permiten cambios de tono, ritmo y género en alguna que otra canción que, si me apuran, los emparenta con Mr. Bungle. Los prolijitos y bienpeinados de The Black Keys ganaron el año pasado, ¿no? Ok, ahora démosle una oportunidad a estos desprolijos de mierda que no son ningunos caídos del catre. Aguante el olor a pata.
- Crítica en contra: Cierta condescendencia y respeto subliminal, por momentos, a los gigantes sobre los que están posados, pero no la suficiente como los pedorros de Tame Impala. Ésos sí que chorean tanto que hasta dan diarrea. O sea, hilando fino, no hay nada demasiado malo para reprocharles. Los tomás o los dejás.
Dissapears - Pre Language
- Resumen: Ian Curtis se zombifica y viene a cantar un rato con lo' muchacho'.
Bueno, no sé, me lo bajé porque tocaba el batero de Sonic Youth, me reventó las orejas de gusto durante un buen tiempo y una vez que lo depredé completamente me bajé los anteriores para seguir con la cosecha rompetímpanos. Y como los dos primeros discos venían por otros cauces no tan del gusto de la época que yo estaba atravesando (lo que no significa que sean malos) volví a éste, lo gasté un poco más y lo dejé estar por otro par de meses. Ahora lo agarro para esta reseña y sí, la cosa sigue estando ahí. Esto es lo que hace falta escuchar cuando hablamos de post-punk actual. Esto es lo que hace falta per se: una banda con algo que ofrecer por su cuenta, aún a riesgo de que suenen como muchas bandas (especialmente a los Joy Division pero con toda una carga de ruido que dudo mucho que a los de Salford se les hubiera ocurrido desarrollar); una banda con formación clásica de rock pero con letras que sacuden en el entorno indicado; con ambientes, texturas y tonalidades que pasan de maneras tanto imperceptibles como contundentes de acuerdo a tu grado de atención del momento. Hay también un marcado tono al concepto, a establecer un disco que sea escuchado de pé a pá, más allá de las canciones como entidades separadas.
- Crítica en contra: No sé si esta vez la clavaron de pedo y el próximo va a ser una bazofia pinchada en un palo o si realmente cambiaron, crecieron y encontraron su justa medida. A juzgar por los otros discos de estos muchachos, bien podría inclinarme a pensar que es la primera opción. Quiero estar totalmente equivocado.
Swans - The sheer
- Resumen: El caos.
Bienvenidos al mundo enfermo de Michael Gira. Bienvenidos al segundo anti-disco de la lista, el que te deja en posición fetal en un rincón pidiendo un flan casero de postre. Nunca vas a querer tanto que venga tu mamá y te arrope como cuando termines de escuchar la aberración, el apocalipsis, el mismo infierno metiéndote un dedo en el culo. Cito textualmente parte de una crítica extraída del blog Hipersónica que es totalmente inherente:
"The Seer es reírse de todo aquel que lo escucha, de todo aquel que permanece más de hora y media pegado a unos audífonos solo con el fin voraz de ver hasta donde es capaz de llegar Michael Gira, hasta donde ha crecido su locura en estos 30 años de carrera. The Seer es todo esto y no es nada. The Seer es una obra atemporal que lo recoge todo. The Seer es una obra que hace 60 años habría supuesto un escándalo. The Seer dentro de otros 60 años será piedra angular de la nueva música. Pero The Seer no puede ser disco del año, porque The Seer no ha sido creado con tal propósito sino con el contrario. The Seer no ha sido creado para ser amado, sino para ser odiado. The Seer no puede ser disfrutado, The Seer debe ser sufrido."
Desde que volvieron al ruedo en el 2010 con My Father Will Guide Me up a Rope to the Sky, ya todos sabíamos que estábamos escuchando nada más que una puntita de la atrocidad mental de estos muchachos. Una vez que el trámite del regreso fue cumplido, ahora viene la progresión, el hecho de justificar por qué y para qué una banda tiene que volver a juntarse y producir cosas nuevas. Y lo que ellos eligieron hacer fue agarrar y decirte "vamos a volver para que el cerebro te salga derretido por las orejas y nunca entiendas absolutamente nada de la vida, vamos a volver para decirte que sos un retardado que no se da cuenta que el caos gobierna al hombre y que nosotros, así, vamos a mearte en la cara durante un buen rato mientras nos reímos a carcajadas del sinsentido del mundo".
Este disco frenético, elegíaco, pagano es, ni más ni menos, que la más cruda representación del caos. Y nosotros, en Unabomber, le prendemos velitas a San Caos todas las noches escuchando a los Swans.
- Crítica en contra: Y... medio como que podría apostar mi mano derecha a que muchos van a apelar a la corrección política diciendo que es un discazo sin tener la más puta idea de lo que están diciendo. O sea, así como te queda bien decir "uh, eso es re-lyncheano" cuando en realidad te quedás dormido a los 5 minutos de Eraserhead, lo mismo va a pasar con este registro.
El Mató a un policía motorizado - La dinastía Scorpio
- Resumen: Oh, l'amour, l'amour.
Y resultó ser que los pibes se mandaron un nuevo disco, después de tanto esperar y tantas conjeturas y tanto esto y tanto lo otro. Esta vez sin pertenecer a ninguna trilogía ni a toda una forma de estructurar sus registros en semi EPs cortitos, contundentes y definitivos. Borrón y ¿cuenta nueva? A simple vista esto configura una suerte de bisagra para lo que ya son (una de las mejores bandas argentinas) y lo que vendrá. Las letras hablan de las relaciones, del amor y de las mujeres, esos entes misteriosos que dan origen a toda una dinastía de comunión y magnetismo que, sin embargo, obligan a replantearte para qué estás vivo en este planeta de mierda. De todas maneras no profundizan en cambiar demasiado, para no asustar a nadie. Insisto: es un ida y vuelta entre lo que ya se conoce (letras minimalistas, crescendos controlados) y algunas apostillas que son plausibles de ser explotadas en un futuro (nuevas búsquedas melódicas en la voz y en las guitarras, mayor presencia de teclados y cierto desapego de lo desprolijo en pos de lo sonoramente luminoso y/o producido de otra manera) que realmente te deja pensando no en el disco en sí, sino en lo que vendrá cuando puedan soltarse del lastre de estar pensando (quizá) en un disco con tanta expectativa como éste. O sea, ocurre lo mismo que con el disco de The Twilight Sad, pero un poco más pecho fresco, más a lo seguro. Pero hey, estamos hablando de la única banda argentina que hoy por hoy puedo escuchar sin ningún prurito y bancarla como uno de sus fans más acérrimos. Consejo: que saquen el próximo disco lo más pronto posible y se dejen de hinchar con demorarse tanto. Laburen, loco.
- Crítica en contra: no dejo de sentir que sobran temas y no dejo de pensar que me gustaban más cuando vaticinaban apocalipsis zombies en vez de cantarle a las chicas.
Conclusión:
En líneas generales, y si nos ponemos en optimistas, éste fue un año de revisionismo. No apareció ninguna banda total y completamente rompedora y cada uno por su cuenta y desde su propia postura, podemos ver que no es casual que exista un revival de lo ya conocido una y mil veces. O sea, tampoco es casual que Neil Young esté generando tantas cosas copadas con lo que sacó, incluso se permitió el lujo de sacar dos discos este año (Y guarda que Psychedelic Pill es doble). O que Dissapears o The Jon Spencer Blues Explosion estén acaparando la atención rasqueteando los costados post-punk y rocanrroleros clásicos respectivamente. O que Dinosaur Jr. o Swans, bandas que provienen de otras épocas, de otras lejanías, sigan enseñando cosas. O que Lee Ranaldo sea una marca de seguridad antes que un limbo de expectativa. Todas aquellas bandas que hoy por hoy son tenidas en cuenta, como Tame Impala, The XX o Beach House (por nombrar unas pocas) no cargan, en la opinión de quien escribe, con la suficiente pasión como para que se destaquen. Y cada una de estas bandas sacaron segundos discos (excepto los Beach House, que ya vienen por el cuarto) que son, a su vez, sombras de lo que significaron sus debuts y/o crecimientos.
Menciones a los que se quedaron afuera por el puto número redondo:
The Mars Volta - Noctourniquet: porque está bien, muchachos, yo los entiendo. Quisieron cambiar un poco y no, loco. No les puede salir toooodas buenas. Igual ustedes chorrean ideas como quien suda una tarde de verano sin ventilador, y un disco malo de ustedes equivale a 5 discos buenos de Tame Impala. Así que sigan para adelante, graben otro más que yo los banco igual.
Patti Smith - Banga: porque es demasiado rico para tomarlo despacio. Patti, con bigotes y todo te doy hasta que Ron Damón pague la renta, sabelo.
Yo la tengo - Fade: porque empezaron a difundirse links leakeados la semana pasada y técnicamente tiene salida para el 2013, así que por bueno que esté hay que ser condescendientes con la idea de que estamos reseñando este año, porque sino con ese criterio pongo a Ramones y a la conchasumadre todo.
Deftones - Koi No Yokan: porque son los Deftones, y con eso es suficiente. Van camino a convertirse en los Motorhead de esta nueva generación, pero es irreprochable la conducta, las pilas y la pasión que le ponen a lo que hacen. Y porque ameritan un post aparte porque son el ejemplo que estoy usando para explicar otras cosas.
Mark Lanegan Band - Blues Funeral: porque sos copado, Mark, siempre lo fuiste. Sabés que te banco un montón. Nomás te tenés que dar cuenta que hay un límite. Casi cassssi entraste en el ranking, pero huelo que medio como que la moqueaste. Pero te quiero porque sos vos, ¿eh? Si hubiera sido otro iba a verte a Buenos Aires y te reventaba el marulo a tomatazos.
Bear in heaven - I love you, It's cool: porque justamente es el segundo disco de esta banda y se repite el patrón de The XX y Tame Impala: no pueden consigo mismos y, sin dejar de ser buenos, tienen más agujeros que los discos que quedaron en los diez elegidos. De todas maneras hay que apoyar muchísimo esta banda, en cualquier momento explotan como pochoclo y vamos a ser los únicos que vamos a decir, "eh! Yo a esta gente la vengo siguiendo desde hace un montonazo! Correte, hipster de mierda, dejame hacer pogo!"
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