la paciencia, la espera, la pared
3.-
lava la ropa, espera sentada. escucha el ruido de las bombas cayendo. la centrifugadora de la gorda, amasando sus bombachas contra los agujeros de metal, tiembla ante el calor de junio. por eso la gorda lo agarra, se le sienta encima mientras el poderoso chiquitín se le retoba como nene con diez juguetes.
el volumen del tele, cómo no. ese volumen dominguero a pleno franco laboral. risotada grabada de vez en cuando, Puloi de oferta en los carrefures del infierno.
yo estoy a menos de tres metros de ella.
a veces la escucho coger, cachetada en el culo de por medio. para mí que finge, ya que esos sonidos no son humanos.
a veces cuando la noche grita que creció y ya es mayorcita para hacer lo que se le cante, su perro suspira, solo. la gorda ha guardado la centrifugadora hace rato y ha salido a un destino que no vale la pena preguntar. es un perro caniche, entonces, el que asume su rol de alma y espera.
como esperan los demonios.
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