(foto cortesía Gregory Chinon)
Esto es un videojuego. El engine pensado por los grandes cerebros de la ingeniería digital hace que mis movimientos se tilden y tenga que pulsar, pulsar, pulsar Contol + Alt + Del. La puerta chocándose contra mi frente está perfectamente renderizada, casi no se le notan los polígonos. Hasta podría atravesarla sin dolor, pero es que necesito la llave color amarillo para poder hacerlo. Es extraño, es bonito, es la forma de mover la pulpa sobre la pantalla. Un café digital insonorizando el cuarto. Más puertas.
Esto es un videojuego. Es la estupidez envasada en un redondel de acrílico. Es un cooler gigante procurando que no me resetee solo. Bichos alienígenas y entes asesinos me buscan y esquivan mis balas activando wavs encriptados. Los cables, madamoiselle. Cuidado con los cables.
Esto es un videojuego. Salir, abrir, caminar sobre lo pautado. Llegar y descubrir que no hemos recuperado el tiempo perdido. La princesita nunca espera al final del viaje.
Esto es (siempre) un videojuego.
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